EL MIEMBRO FANTASMA

Supongo que así será como se siente. Tienes algo que es tuyo, que te llega hasta las entrañas de los órganos y es una prolongación más de tu piel. Pero no está ahí. Lo notas, como cuando te miras la mano porque te ha picado un mosquito, pero no está ahí. Lo mueves como cuando tienes calor y te abanicas, pero no está ahí.

Y de pronto se acuerda de ella. ¿De dónde ha salido? ¿Será verdad que existe? ¿Será una parte de mi o está solo en mi cabeza? Miles de preguntas día y noche no le dejan descansar. Pero algo en el fondo de su ser intuye la verdad detrás de esas palabras. Algo en el fondo de su ser piensa que no es tan descabellado. Algo en el fondo de su ser siente el calor de ese miembro fantasma. 
Ella sabe que está ahí aunque le digan que no. Nadie lo ve, nadie lo siente, nadie quiere siquiera mirar por el simple hecho de que aumenten las probabilidades de que esa ínfima posibilidad tenga algo de cierto... Y solo le dicen que mire para otro lado. 

Ya se le pasará, supongo.

La incertidumbre le está consumiendo. Quiere agarrarse la mano, quiere agitarla, examinarla de arriba a abajo y contar los cinco dedos que tiene. Pero no puede. El lugar donde debería estar solo contiene aire. Nada. Nada es lo que contiene ese espacio. Nada es lo que rodea su cuerpo. Nada es lo que hay. Lo que dice todo el mundo: ahí no hay nada.

Pero, ¿ y si hubiera algo?

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