RECUPERANDO LA VOZ

El viento se llevó tu presencia. Y contigo mis secretos. 

Tú le cogiste fuerte la mano, te fuera a dejar atrás.

Se llevó mi garganta, y en su lugar dejó un vacío arrebatado a la fuerza. Las garras desmembraron mis palabras, dejándome sin sílabas.

La sinrazón se volvió razonable y la justificación no era necesaria, ni siquiera satisfactoria. El aura vengativa en los ojos no aparecía y el silencio era la opción menos gratificante y a la vez más apetecible. Las ganas de explicar nunca existieron. La necesidad de responder nunca apareció. 

Tampoco la oportunidad.

El alma enmudeció. Y con ella la alegría y la inocencia murieron lapidadas.

La niña creció brutalmente en aquellos instantes en los que sus ojos gritaban auxilio y perdón. Cogiendo la culpabilidad que caía de las ramas.

Y de repente, un día comenzó a entenderlo.

Tu mejor amiga, eres tú.