HIJA DE LA LUNA

Todavía eres, aunque no estás. 

Ya no quedan restos de aquella niña ingenua. La esperanza se la arrancaron de los brazos. Las sonrisas de los labios... ¿hay algo más desolador y cruel?

Júpiter ya no se ve en su mirada. Ni Venus. Ni siquiera estrellas. 

La Luna.

Esa esfera brillante la guarda con recelo. 

No sabe si está porque es, o porque ella insiste en que sea.

Pero ahí está, ahora solo reconocible por sus ricitos de oro. Y por ese gran balón que guarda a salvo de cualquier mirada puntiaguda.

Todavía es ella, aunque la niña ya no está.  Ahora tiene semblante serio. 

Pero que no te engañe su desengaño, debajo de ese resquemor sigue sonriendo, aunque solo a La Luna le regala un bis.