CORAZONES

Entró en la oscura galería. 
Una larga estantería de madera rústica los sostenía. Algunos apenas audibles. Otros inmóviles. 
Acostumbrada a oír el constante metal, se le enturbiaban los sentidos.

Pero después de muchos crisoles, se dio cuenta. 
Se había olvidado del metal. La silenciosa noche la recogía entre sus brazos. Noche tras noche. 

Cerrando los ojos lo vio, como la guía que te indica cuál es tu destino. Un haz de luz que acababa en ese caliente y goteante corazón. Cuyo latido solo era palpable para ella, en las más tranquilas noches.

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