SOLTANDO
El viento del norte le trae ese olor a petricor que le recuerda a su infancia.
La música mece su alma como cuando tocaba el piano y se dejaba guiar por los dedos silenciosos. Como cuando las notas caían como regueros por su piel y la comisura de los labios se levantaba débilmente entre la sal desbordante.
Muchas veces se aferró a su propio cuerpo. Engarrotaba sus músculos para no dejar un ápice de piel al aire, con temor a desaparecer, con temor al cambio del otoño.
Se ha dado cuenta que es como el temor a que las hojas se tiñan de marrón y los árboles queden desprotegidos y solitarios entre los susurros del invierno. Se dio cuenta que si los pájaros no se iban, y mantenían sus nidos entre la madera seca, nunca podría el árbol volver a teñir su manto de verde y blanco. Cuánto ha echado de menos el azahar que invade toda la calle con su embriagadora fragancia.
Sus músculos ya no están tensos, ahora son un cuerpo perfecto de calor y candidez. Ha dejado que los dedos acaricien las margaritas blancas y amarillas que tiñen el campo a su paso. Ha dejado que la marea pase, que la arena le entre en los ojos y que el viento le revuelva el pelo, para volver a reír. Para despojarse de la superficie enmohecida que le cubría cuerpo y mente. Para deshacerse de la roca volcánica que le entraba por la nariz y que la encendía por dentro.
Quién sabe lo que vendrá, pero una cosa está clara, lo que se ha ido, no volverá.
Que razón tienes soñadora todo lo que se va jamás regresa, por eso cada momento es único e irrepetible . Ojala nos demos cuenta y seamos más consciente de ello. Un bello texto. Un besote y una feliz tarde
ResponderEliminarBien cierto, al final, siendo la misma persona, ese ayer es imposible de retener
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz tarde
Muy cierto amiga. Un relato maravilloso el de hoy. Saludos.
ResponderEliminarComo siempre, me fascina. Un relato maravilloso y acertado en extremo. Besos amiga :D
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