LA MAESTRA DE AJEDREZ

Ese sabor que le inundaba la boca la había trasportado muchas lunas atrás.
A otra época, en la que las arrugas no se reían de sus ojos. 

Podía sentir el calor hogareño y esas butacas amarillas en las que caía como un ancla, siguiendo sin pestañear los movimientos del caballo de ajedrez. Con las damas en la mano al borde del tablero.

Siempre le dejaba quedar en tablas. 

Ella, la maestra del blanco y negro. La maestra de mente estratega. Tomándose su tiempo, como si esa niña inquieta fuese algo más que una simple aprendiz.

Hasta su último sorbo.

Comentarios

  1. Una partida tan interesante como la vida misma.Un abrazo en la noche .

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  2. Nadie sabe cómo se gesta la derrota arlequinada, o sí, pero hay quien sigue en tablas, por generosidad del otro, o de la vida.

    Un abrazo

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