REFUGIO

Aquel fue nuestro refugio. 

Ese donde los segundos crepitaban.
Donde las nubes y el petricor daban paso al verde musgo.
Donde la única linde eran lluvia y trino. 
Donde los ciervos miraban desde el camino, reverenciando su paso.

Allí, mientras ella jugaba y él leía, surgió la necesidad de detener el tiempo. Por un instante solamente estaban ellos dos. Sin cobertura. Sin mundo exterior que osase distraerles. 

Allí le miró y lo supo. 

Ya no le daba miedo la venda medio caída de sus ojos. Esa que intentaba adecentar cada vez que una mínima esperanza corría por sus entrañas. Esa que torpemente recolocaba para que luego siempre cayese un poco más. 
Allí le miró y sonrió. Allí supo que él sostendría esa venda cuando se hubiera caído definitivamente de sus ojos.

Allí, en nuestro refugio.

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