LA NADA
Con el vaivén de las hojas en otoño ella baila. Al son del silencio obligado. En el áspero invierno blanquecino.
La gravedad le hace desequilibrarse, como si tirase de ella en todas direcciones. Tan inestable como un volcán en erupción, al que intenta mantener inactivo. Sin intención ni consciencia, respira.
La sangre le hierve por dentro e intentando mantener la calma le sale un gemido ahogado. Y un suspiro después, cae rendida al suelo, abatida por palabras vacías y pensamientos caóticos. Sin aire, sin respiración, sin alma, sin vida. Sin alegría ni consuelo. Su mirada está vacía y en sus ojos no queda más que azabache y fragmentos rotos de estrellas fugaces.
¿Cuándo le han quitado el rojo de los labios?
Qué tristeza, qué desazón sin ese rojo en los labios.
ResponderEliminarUn abrazo
Uf, qué tremendo relato. Jamás nadie debería quitar a nadie el rojo de sus labios. Besos :)
ResponderEliminarTal vez en esa desazón se lamió tantos sus labios que ella misma se los quito.
ResponderEliminarCuando el equilibrio emocional se pierde falla todo lo demás. Un fuerte abrazo .