COPILOTO

Se monta en el coche y se deja llevar por las cuatro ruedas. Pero la dirección siempre es la misma: los recuerdos más dolorosos. Los recuerdos más bonitos son los que vuelven una y otra vez a su mente. Los que no le dejan avanzar. Los que hacen correr las lágrimas por sus mejillas mientras intenta disimular mirando en la dirección opuesta.


En ese espacio tan lúgubre se intuye un aire vibrante. Los árboles salen del agua como si una vez tuvieran vida, y hubieran quedado hundidos entre lágrimas y dolor. Sus solitarias ramas, grises por el paso del tiempo y el zozobrar del aire, yacen perennes. Cortando el viento como los silbidos imborrables de sus sueños. Todavía los puede oír pero ya no es capaz de verlos, escondidos a su antojo. Siguiendo su caprichosa alma, aparecen cuando menos los desea. Y se quedan.


El edificio todavía huele a risas y caídas en los columpios. Las gotas de las embarcaciones se pueden imaginar en el suelo y el reguero de la pala llegando al almuerzo. En algún momento fue un lugar lleno de vida y vitalidad, pero ahora no es más que la sombra de lo que fue. La nostalgia recorre la entrada y se deja caer en la inmensidad azul que hay delante. Esa que no tiene fondo. Esa que no tiene fin. 


En la lejanía, las nuevas versiones se ven deslumbrantes y desentonando con el azul añil. El agua turbia emborrona la mente y las ideas se distorsionan en lontananza. 


Y allí, en medio de esa penuria, unas patitas blancas apenas se ponen en pie. Una ínfima brisa de esperanza pisando la hierba. Tan débil, tan dependiente, tan diminuta. 


Buscando cobijo donde puede. Buscando cobijo donde lo encuentra.


Comentarios

  1. Lindo y tierno post. En tiempos difíciles, nada como la inocencia y los instintos.

    Un abrazo

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  2. De verdad que me encanta como escribes. Es una auténtica preciosidad :D

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  3. Bellos sentimientos los tuyos . Abrazos !

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